La crisálida



Adiós a Piter, profesor particular


Le decían cariñosamente sus alumnos “Piter” (Pedro Meana) porque lo consideraban uno de los suyos, un profesor hecho a la medida de cada uno los alumnos que durante 35 años han acudido a él en Villaviciosa para subsanar sus carencias académicas. Era un profesor realmente particular en todos los sentidos. Particular por su idiosincrasia afable, serena, cercana y accesible; particular porque atendía con verdadera pasión y vocación de docente a las particularidades que presentaba cada uno de los estudiantes que recurrían a él para subsanar lagunas de aprendizaje, preparar exámenes, complementar las clases del Instituto o simplemente aprender lo que de manera oficial no eran capaces de asimilar en las aulas. Es decir, Piter llevaba a cabo una labor imprescindible, una tarea impagable a la que hoy por hoy no acaba de dar respuesta el sistema educativo: la atención personalizada. Es vox populi su paciencia, su consideración rigurosa del nivel de conocimientos y del ritmo de aprendizaje de cada uno de sus discípulos, punto esencial de partida para toda enseñanza que se precie de eficiente y que trate de obtener resultados satisfactorios. Y Piter lo lograba. Y si tenía que dedicar su tiempo libre para lograrlo, lo daba por bien empleado. Si tenía que atender a sus alumnos en sábado o en domingo porque la necesidad apremiaba, lo hacía sin ningún obstáculo, con agrado, con su rigor de siempre, y sin que ello supusiese carga onerosa alguna para el discente. Sí, digámoslo sin ambages: Piter era un profesor de los pies a la cabeza, un profesional íntegro además de excelente persona.

Lo echarán de menos los estudiantes que acudían cada tarde a su academia. Lo echaremos de menos también los profesores del Instituto para los que ha supuesto desde siempre un apoyo fundamental en las clases, una prolongación insustituible de la vida académica más allá del horario lectivo, más allá (¡ah, el valor de educar!) del estricto (y muchas veces estrecho) deber funcionarial.

Pedro, Piter, te vas para siempre del mundanal ruido, de la tiranía insobornable del tiempo… Pero queda para siempre en nuestra memoria tu recuerdo, tu figura modélica de profesor y compañero. Gracias por haber existido, gracias por haber contribuido con tu magisterio a educar a tantos jóvenes que han de heredar esta maltrecha sociedad y que, gracias una vez más a ti, la harán –sin duda- más humana, más avanzada, más perfecta.

Paco Ayala Florenciano

2 comentarios:

  1. Desde aquí queremos agradeceros de todo corazón cada una de las muestras de cariño que nos habéis mostrado a lo largo de estos días, especialmente a ti, Paco. Tus palabras sobre Pedro nos han llegado a lo más profundo del corazón. Qué razón tienes! Pedro era (y es, porque para nosotros siempre estará aquí) tal y como tu lo describes: afable, sereno, cercano y accesible. Era un hombre de corazón sano, limpio y honesto. Era una buena persona, la mejor de las personas. Y por eso, no podemos evitar sentir que no es justo que se haya ido, que nos haya dejado para siempre. Pero, a pesar del dolor que sentimos y que sentiremos durante mucho tiempo, estamos tranquilos, porque sabemos que sigue ahí, siendo el maravilloso marido que ha sido siempre, siendo el padre ejemplar que ha sido siempre. Allí donde esté, nos está cuidando, guiándonos en cada paso que damos, sonriéndonos cuando hacemos algo bien y llamándonos la atención cuando nos equivocamos. Le sentimos con nosotros, y eso va a seguir así para siempre.

    De nuevo: un GRACIAS enorme por todo el apoyo y todas las cariñosas palabras que nos habéis dedicado estos días.

    Susana, Ignacio y Ana (mujer e hijos) serena, cercana

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  2. Que grande Piter...
    No le vamos a olvidar nunca.
    Era el mejor.

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