Los mejores relatos con final obligado




La primera tarea que propuso el Taller de escritura fue crear un relato breve que tuviese uno de los finales que ofrecíamos como obligatorio. Los mejores trabajos recibidos son los que aparecen publicados a continuación:





De pequeña me gustaban las muñecas, los caballos pequeños que ahora mismo no sé cómo se llaman y las tartas de fresa que estaban deliciosas.
Pero ahora todo ha cambiado, no sólo mis gustos, sino también mi actitud, que se ha vuelto más rebelde, y mi estilo, ya que pasé de llevar vestidos cursis y ñoños con perlas blancas y los labios pintados de rosa a una chaqueta de cuero y tres piercing.
En este momento me encuentro en una comisaría abrazada a mi tercer novio.
Ya no soy una niña, algo ha cambiado.
José Meana. 1ºESO-A


En un pueblo muy conocido llamado Villafeliz en el que todos los vecinos eran felices, habitaba una niñita llamada Susi. Se paseaba por el pueblo sin imaginarse que le iba a ocurrir su peor sueño.
Estaba merendando en la pastelería “El pastel feliz” cuando, nada más dar el primer mordisco al bollo, oyó detrás suyo:
-¡Cómo has crecido, ya eres toda una mujercita!
Susi se sobresaltó y salió corriendo de la pastelería gritando:
-¡Sigo siendo una niña!
Corrió a su cuarto, empezó a jugar y advirtió de repente que su imaginación era mínima, así que se deshizo de sus juguetes porque se dio cuenta de que ya no era una niña.

Irene Solares. 1ºESO-A


Fernando tenía 11 años cuando perdió a sus padres en un accidente de coche.
Se fue a vivir al campo con sus abuelos, que eran bastante mayores y no podían cuidarlo muy bien, porque era muy travieso.
Pasaron cinco años y Fernando era ya un muchacho joven con 16 años recién cumplidos, inteligente y responsable de sus cosas. Cuidaba de su abuela, que había caído enferma.
Dos años después su abuela falleció. Estaba muy triste y se acordaba mucho de ella cuando, al cabo de un tiempo, encontró en el desván la partida de nacimiento de su abuela.

Tamara Sierra. 1ºESO-A


Sara madura

Hace muchos años vivía en Faycoun una pequeña hada llamada Feli. Vivía con sus padres y sus dos hermanas Pickie y Debie dentro de un gran tulipán rojo. Era feliz viviendo allí y tenía grandes amigas. Pero había algo que la inquietaba, las nubes, ya que su mayor sueño era llegar a tocarlas. Aunque sus padres la querían mucho, no aprobaban su idea. Feli se hacía preguntas constantemente y, tras mucho investigar, descubrió que había una leyenda que decía: "Todo aquel que toque las nubes demostrará que tiene mucho valor y bondad y por ello será llevado, junto con sus seres más queridos, a un mundo mágico y maravilloso."
Tras mucho pensarlo, decidió intentarlo y emprendió su vuelo. Subió y subió y sus dudas acerca de las nubes se disiparon por completo.
Finalmente, tras acariciar las nubes, desapareció.
Claudia Rendueles. 1ºESO-B


Allí, en Egipto, se alzaba el Nuberu majestuoso e imponente. Decidió irse a Asturias, llamó a una nube y se dejó llevar por el viento. Volando bajo, se estrelló contra la torre de un convento y cayó dentro. Los monjes, que odiaban al Nuberu, lo encarcelaron en una cámara subterránea donde no se podía llamar a las nubes. Lo ejecutarían al día siguiente.
Allí se alojaba también un peregrino que pasó al lado de su celda y decidió ayudarle a escapar. Le robó las llaves al carcelero y le abrió la puerta. El Nuberu intentó salir a duras penas mientras los monjes lo agarraban y le hacían la ropa jirones.
Cuando al fin se vio libre, llamó a unas nubes, y después de acariciarlas, desapareció.

Bruno Rodríguez. 1ºESO-B


En una ciudad muy muy lejana vivía un niño llamado Saúl. El pobre era huérfano de madre. El padre era escritor y un día Saúl le preguntó si tenía un libro donde se enseñara a llegar a las nubes. El padre le regaló un libro titulado “Cómo llegar a las nubes”, se puso muy contento y comenzó de inmediato a leer el primer capítulo. Tanto le gustó, que siguió leyendo toda la tarde y no quería que el cuento se terminara.
Cuando ya lo había acabado de leer, le apetecía mucho llegar a tocar las nubes y recordó lo que había aprendido de la lectura.
Al final, su sueño se hizo realidad, pues llegó a tocar el cielo y después de acariciar las nubes, desapareció.
María Rodríguez. 1ºESO-B


Sucedió el seis de agosto del año pasado. Era el día de mi cumpleaños. Estaba muy contenta porque había invitado a todos mis amigos y familiares a la fiesta. Todos me decían que tendría los mejores regalos que jamás nadie hubiera podido tener. Llegó la hora, ya todo estaba listo: la mesa puesta, la comida encima y los invitados comenzaron a llegar. Antes de empezar a comer abrí los regalos: el de mi abuela era un pijama con dibujos de cerezas, el de mi tía una chaqueta con cerezas en la solapa, el de mi amiga Inés un estuche con cerezas, y así uno por uno abrí todos lo regalos y todos ellos con las malditas cerezas. Desde aquel día no he vuelto a probar las cerezas.
María Lozano Tuero. 1º ESO-C


Poco a poco nos vamos haciendo mayores y eso fue lo que le pasó a Marta: había pasado de pensar en príncipes azules a pensar en novios guaperas, de poner faldas hasta la rodilla a vestir minifaldas como cinturones. Le gustaba esa sensación de sentirse mayor. Pero fueron llegando los problemas, ya que sus padres seguían pensando que todavía era una niña. Pero con el tiempo al ver su forma de vestirse, de comportarse y sobre todo los piercings que se había puesto, se dieron cuenta de que ya no era la misma.
Julio Riva Valle. 1º ESO- C


Un paseo, un huerto, árboles… ¡cerezas! ¿Cómo alcanzarlas? Primer intento: trepar por el tronco. Resbalo, me caigo y pantalones sucios. Segundo intento: tirarlas con una vara. Se rompe y me cae en la cabeza. Tercer intento: acercar un madero y subirme en él. ¡Bien! Ya tengo un puñado. Aparece el perro del dueño y tengo que salir corriendo.
Desde aquel día no he vuelto a probar las cerezas.
Julia Llosa Pérez. 2º ESO-B


Gracias, chicos, vuestras palabras son un regalo.


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